A Fallen Angel

Cuando soñamos, no importa lo extraño que sea el sueño, solo nos dejamos llevar por él como una balsa a la deriva en las olas. Pasa las páginas de A Fallen Angel también como si fueras una balsa a la deriva en las olas. No pienses ni por un momento que la chica con las estrellas y franjas envueltas alrededor de su cuerpo montando una escoba al estilo de una bruja es una crítica a la civilización. Sé un espectador de los sueños. Yoshihiro Tatsuki es un conductor de sueños y al mismo tiempo un espectador también. Ahí radica la novedad de esta colección fotográfica. Por supuesto, sus fotografías difieren de la gran cantidad de fotografías subjetivas y fotografías de imágenes que apelan al corazón del fotógrafo. Tatsuki abandona tentativamente el tipo de fotografía que no se ve afectada por la fuerza elástica de la literatura y las imágenes, en otras palabras, la fascinación del sentimiento intuitivo (significado) y la composición que tiende a caer fácilmente en el simbolismo. Y está el mito de que la esencia de la fotografía es registrar e informar. Más acertadamente, es como los pensamientos que una madre guarda en su corazón. Al abandonar el sentimiento intuitivo, Tatsuki también se acerca a estos pensamientos (registrabilidad). Las fotografías no son un grupo de buenos amigos que cuentan una historia fotográfica. Pueden parecerlo porque registran una serie de encuentros de mecanismos físicos y psicológicos que le suceden a una chica. Este enfoque evita lo intencional. Este encuentro concentrado con el sinsentido es más un documental que una historia. Por muy humorística y triste que sea la chica, no es culpa suya; es un ajuste de cuentas, las marcas dejadas por las quemaduras de Yoshihiro Tatsuki de 27 años.

Comentario: Shinichi Kusamori