Producido en Murano, en colaboración con el maestro soplador de vidrio Simone Cenedese, cada jarrón está compuesto por cuatro elementos: dos bloques de vidrio fundido (en cuatro tamaños diferentes y dos grosores diferentes—6 o 7 centímetros), un tubo de vidrio soplado (en dos alturas diferentes) y un pequeño plato poco profundo de vidrio soplado que puede apilarse encima del tubo. Cada elemento tiene un tono diferente, elegido de una paleta de once colores.
De la casi infinita cantidad de permutaciones posibles que estas formas básicas permiten, Ronan Bouroullec seleccionó veinte composiciones únicas. A través de ellas, continúa la exploración de temas que son esenciales en su trabajo. Principalmente, la cuestión del ensamblaje: en este caso, unir cosas sin sujetadores, simplemente por contacto, mediante un proceso esencialmente reversible. También, el tema del equilibrio: la disposición del espacio vacío y las formas sólidas, del vidrio fundido y soplado, de objetos frágiles insertados en otros resistentes. Y la noción de paradoja: la posibilidad de que la elevación se encuentre en el propio peso de las cosas, el efecto de verticalidad a través de la horizontalidad y la luminosidad lograda mediante la oscuridad—como lo evidencia el nombre de los jarrones, Inchiostri, la palabra italiana para “tintas.”