Lunar Invasion

Francisco Sierra trabajó en una sola pintura durante nueve meses. Mide aproximadamente 1,5 m de alto y 2,5 m de ancho. Muestra tres aviones jumbo en construcción. Pasó día tras día, desde temprano en la mañana hasta tarde en la noche, de pie, sentado o agachado frente al lienzo. Lo que da testimonio de la paciencia y perseverancia del artista—y de cuánto cree en su tema. Pero Sierra también realiza pinturas pequeñas y medianas. Y trípticos. Así como temas distintos a los jumbos, como magníficos atardeceres, delicados juegos de té y hipnóticas bandas de Möbius, por ejemplo. Pinta árboles de Navidad con forma de pene colgados con adornos. Aguacates besándose. Montones ambiguamente humeantes de excremento. Y su formación formal como violinista resuena una y otra vez en sus cuadros. Algunos de sus temas son fantásticos, otros mundanos—aunque ese contenido aparentemente mundano es lo que hace que estas pinturas sean curiosamente inquietantes. Francisco Sierra aborda la cuestión de qué forma podría tomar la pintura figurativa contemporánea. Pinta fiel y precisamente cosas, la realidad, pero los temas que elige rara vez representan lo que parecen a primera vista. Sierra está interesado en la transformación de la claridad aparente en algo nuevo y misterioso. Explora las trampas de la reproducción fotográfica contemporánea y el potencial transformador de la pintura, que involucra enfoques surrealistas y conceptuales. Además de su maestría técnica, lo que las obras de Sierra tienen en común es el humor—a veces grotesco, a veces en dosis discretas, un mero elemento traza, homeopático. Lunar Invasion ahora ofrece una visión general de la amplia obra de pinturas y esculturas de este artista chileno radicado en Suiza.
— Max Küng