Magnificent Obsessions Saved My Life

Las biografías pueden ser tan variadas como las vidas humanas. Y sin embargo, Magnificent Obsessions Saved My Life es realmente una excepción, una (auto)biografía de un tipo diferente que recorre hitos y puntos de inflexión en la vida de un artista de la posguerra proveniente de una familia disfuncional, ambientada en el contexto de las experiencias de liberación sexual de su generación del 68 y su experiencia demasiado personal de dos pandemias mortales: el SIDA y el Covid-19. Pero estos elementos biográficos e históricos de la vida del autor salen a la luz en un diálogo continuo con clásicos de Hollywood, films d’auteur, arte contemporáneo y literatura. Porque una obra de arte cinematográfica o visual no vale nada si no te dice nada sobre tu propia vida: el cine y el arte siempre tratan sobre lo que fue y lo que podría haber sido. Magnificent Obsessions aborda estas cuestiones existenciales en textos e imágenes, incluyendo selecciones de la impresionante colección de fotogramas y reproducciones de obras de arte favoritas de Brunner. Como en las películas, las personas son el foco, los protagonistas, de los escritos a veces mordazmente directos y sin embargo afectuosos, a veces casi tiernos de Brunner. Cuando pierde al amor de su vida, el marchante de arte suizo Thomas Ammann, a causa del SIDA, escribe sobre su felicidad compartida para no dejarse consumir por el dolor. Recuerda a la glamorosa Elisabeth Bossard (Thema Selection), su amante durante muchos años, y relata anécdotas de un coqueteo en Venecia con Edmund White, el escritor estadounidense que se convirtió en amigo. Relata su relación de amor-odio con el cineasta suizo Daniel Schmid, repleta de vislumbres íntimos de los fallecidos cineastas alemanes Rainer Werner Fassbinder y Werner Schroeter, sus obras y toda la escena que los rodeaba. Fue el curador de cine Brunner quien trajo temprano a Suiza las películas de sus amigos John Waters y Andy Warhol, eludiendo a los censores. Brunner conocía los lados claros y oscuros de la Fábrica de Sueños, pero siempre estaba dispuesto y listo para sucumbir una vez más a su Imitation of Life, como Douglas Sirk tituló uno de sus grandes melodramas.

Con un prefacio de Stefan Zweifel y un epílogo de John Waters.